La Llorona
Con sus desgarradores
lamentos interrumpe el silencio nocturno, en los más apartados pueblos de
Venezuela.
Cuenta la leyenda más conocida que La Llorona era una mujer
española. Vivió durante la Colonia en un pueblo y tuvo varios hijos
con un indígena. Sus hermanos se enfurecieron al descubrir tal aberración.
Debemos recordar que para ese entonces se decía que los indígenas no poseían
alma. Eran considerados animales, seres inferiores, de origen diabólico.
Los hermanos de aquella
dama mataron a sus hijos y la casaron con un español. Pero la pobre mujer
enloqueció y se escapaba en las noches de su casa. Vagaba por los campos suelto
de largo pelo, en una amplia bata de noche, llorando lamentándose tristemente
por la muerte de sus hijos. Los campesinos se angustiaban al oírla. Al poco
tiempo murió de pena, pero los campesinos aún la escuchan. Algunos hasta la han
visto arrastrando el peso de su tristeza por los campos de Venezuela.
El Silbon
Después de asesinar a
su padre, el hombre fue castigado con un mandador de pescuezo (típico del
llano), al tratar de huir fue mordido por un perro tureko, para concluir el
castigo su abuelo regó sobre sus heridas gran cantidad de ají picante. El
recuerdo y mención de lo sucedido libra a las personas de ser atacadas por este
espíritu errante conocido como el silbón.
El Silbón se presenta a
los borrachos en forma sombrío. Otros llaneros le dan forma de hombre alto y
flaco. Usa sombrero y ataca a los hombres parranderos y borrachos, a los cuales
chupa el ombligo para tomarles el aguardiente.
La tradición explica
que al llegar el silbón a una casa en las horas nocturnas, descarga el saco y
cuenta uno a uno los huesos; si no hay quien pueda escucharlo, un miembro de la
familia muere al amanecer.
Otra versión dice que
fue un hijo que mato a su padre para comerle sus "asaduras". El
muchacho fue criado toñeco (mimado), no respetaba a nadie. Un día le dijo a su
padre que quería comer vísceras de venado. Su padre se fue de cacería para
complacerlo pero tardaba en regresar. En vista de esto el muchacho se fue a
buscarlo y al ver que no traía nada, no había podido cazar el venado, lo mato,
le saco las vísceras y se las llevo a su madre para que las cocinara. Como no
se ablandaban, la madre sospechó que eran las "asaduras" de su
marido, preguntándole al muchacho, quien confesó la verdad.
De inmediato lo maldijo
para toda la vida. Su hermano Juan lo persiguió con un "mandador", le
sonó una tapara de ají y le azuzó el perro "tureco" que hasta el fin
del mundo lo persigue y le muerde los talones.
Cuando el silbido de oye cerca es porque lejos esta y cuando se oye lejos es porque cerquita esta
La Sayona
Esta aparición
materializada en la figura de una mujer delgada, alta, de uñas largas y muy
elegante, es considerada como una señal castigadora y reprobatoria de la mala
conducta e infidelidades cometidas por los hombres.
Esta leyenda originaria
de Los Llanos, data de la época colonial; sin embargo, hoy en día, todavía se
escuchan “cuentos” de personas asegurando que han sido interceptados en algún
camino por esta gélida y espantosa mujer.
Un habitante haciendo referencia a su encuentro con La Sayona, nos contó que
una noche cuando su esposa dormía, se escapó para visitar a su amante. En medio
de su caminata, se sorprendió al ver que dicha mujer venía a su encuentro, pero
caminaba tambaleante y su cabello era muy largo.
El hombre empezó a
correr detrás de ella, pero al llegar a la puerta de la casa en donde vivía la
mujer, ésta siguió de largo. El hombre extrañado:
“¡Pero bueno!, ¿qué
pasa?”
Cuando volteó, se
encontró con una mujer blanca y con los dientes como una hacha. El hombre salió
corriendo y cuando llegó a la puerta de su casa, se encontró con la aparición
nuevamente. Esta le extendió los brazos para estrecharlo, y así lo hizo.
Cuando el hombre logró
soltarse, entró a su casa y oyó la voz de su comadre que le preguntaba:
“¿Compadre, y qué le
pasó?, y éste le contestó:
¡Qué buen susto
comadre!, dígame, salí un momentico a orinar afuera y me salió esa mujer...
“Mire compadre, esa
es La Sayona
¿No será que usted
tiene cosas con otra mujer? Cuídese, yo que le digo...”
El hombre asegura que
después de esta experiencia aunque fue hace mucho tiempo-, nunca más le
quedaron ganas de volverle a ser infiel a su mujer...
Otras versiones dicen
que la intención de La Sayona es atraer a los hombres hasta el
cementerio, sin que estos puedan verle el rostro, con la intención de
aterrorizarlos al descubrir que han estado caminando en compañía de una
calavera.
La Sayona tiene la
particularidad de “desdoblarse”, esto quiere decir que puede presentarse como
un perro, un lobo o como la mujer antes descrita.
Así que si eres uno de
esos hombres, que disfrutas pensando que puedes tener varias mujeres, no te
descuides, porque puede que un día de estos La Sayona decida hacerte
una visita...
El Anima Sola
Este es uno de los más
espeluznante espantos del que se tenga noticias, tiene como finalidad el hacer
daño por efecto psíquico u otros medios de manipulación de terceros, el Anima
Sola se presenta en forma de mujer de largos cabellos y atractivo rostro y
tiene la finalidad de cobrar las velas de las Animas Benditas, pues en estos
pueblos la gente acostumbra a pedir favores a las Ánimas y estas casi siempre
le conceden los favores a cambio de que se tengan prendidas cierta cantidad de
velas durante un tiempo antes prometido, de no cumplirse con esta contra
prestación de los devotos, hace su entrada el Anima Sola; para recordar la
deuda de una manera tenebrosa.
En
Guatire, sector las Flores del Ingenio; se cuenta que una señora
devota de las ánimas, en una ocasión olvidó prender la prometida vela a pago de
favores de éstas, esa noche tocaron a su puerta y resultó ser una amiga de la
cual tenía tiempo no veía, para su desdicha e ingenuidad la invitó a pasar, al
momento y una vez dentro la visita se convirtió en un celaje que recorrió
--cual inmensa sombra negra-- toda la sala, tomando a su víctima por los
cabellos en repetidas ocasiones causándole grandes moretones, la señora aterrada
se arrastró como pudo hasta el altar y prendió temblorosa un cabito de vela a
la vez que pedía perdón por el olvidó, al momento la gran sombra abandonó la
casa; dejando privada a la olvidadiza señora, quien desde entonces prende a
diario gran cantidad de velas, aunque no haya nuca más pedido un favor ni
dejado pasar a su casa visita alguna.
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