jueves, 20 de abril de 2017

"Laguna de Catia"




Hacia 1930 la Laguna de Catia fue uno de los sitios de Caracas más visitados los días domingos.



Entre los muchos recuerdos de Catia en la parroquia Sucre se conserva uno que los habitantes más jóvenes no conocen. Hacia 1926 existió una laguna muy concurrida por los catienses de la época, quienes cada domingo acudían a este depósito natural para refrescar sus tardes y ponerse al día con los pormenores de la pequeña comunidad. 

De acuerdo con el cronista de Catia, José Vera, esta laguna data de 1557 y estuvo ubicada a tres cuadras de la plaza Juancho Gómez, lo que hoy en día se conoce como la Plaza Catia. En sus años de existencia era visitada con frecuencia por los “Domingueros” (así se les decía a las personas que se entretenían los días domingos) éstos se reunían en sus orillas para hacer picnic, realizar paseos en botes y visitar un bar cercano llamado “La pulmonía”, local que recibió su nombre porque estaba ubicado en un punto donde las brisas y neblina que caía del pueblo de El Junquito pegaban fuerte.

Sobre la ubicación exacta de aquel estanque tan cotizado en la época de antaño, Vera detalla que la parte más profunda aún se encuentra debajo del Hospital General del Oeste Doctor José Gregorio Hernández entre la Recta de los Magallanes. Según sostiene, su desahogo principal era la calle Panamérica por eso “el sector Gramoven siempre se encuentra en un ambiente húmedo y frío”, explica.

Paso a la modernidad

Este depósito de agua toma relevancia cuando el General Juan Vicente Gómez designó a su hermano como responsable del cuidado de los terrenos aledaños. Fue así como la Laguna de Catia pasó a ser un sitio muy concurrido por los habitantes del oeste de Caracas.

Sin embargo, para el año 1932 el General decide secar varios lugares de la ciudad con acumulación de agua para darle paso a la construcción de la urbanización “Nueva Caracas”. Entre ellos, las lagunas de: El Paraíso, Los Chorros y la de Catia.

Sobre este hecho, Vera comenta que las dos primeras pudieron consumirse en dos años pero la de Catia tardó aproximadamente unos 7 años. El historiador insiste en que debajo de las edificaciones que se encuentran en los Magallanes aún sigue viva aquella laguna de agua turbia en la que los catienses se paseaban en botes desde un pequeño muelle.

Tal fue la significación de este lugar que cuando se construyó el Parque Generalísimo Francisco de Miranda (conocido como Parque del Este) se tomaron en cuenta las dimensiones del pozo para la réplica que forma parte de las atracciones del jardín.

Aunque la laguna haya cedido su espacio para dar paso a la modernización de Caracas, aún vive en la memoria colectiva de los algunos abuelos catienses que de niños pudieron apreciar la majestuosidad de sus aguas y suavidad de sus brisas.


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