viernes, 30 de junio de 2017

“El Telegrafo Nacional”


 
El Telégrafo llegó a nuestro país en 1856. Es considerado como el pionero de las telecomunicaciones en Venezuela. En ese año, el ingeniero español Manuel de Montúfar, había obtenido autorización del gobierno del presidente José Tadeo Monagas para formar una compañía anónima para tal fin, y estableció la primera línea en el país, la cual comunicó a Caracas con La Guaira. Al año siguiente, Montúfar fundó la primera escuela de telegrafistas en Caracas y dos años después (1858), ya comunicaba, con la línea telegráfica, a Caracas y Valencia y a ésta con Puerto Cabello.

En 1856, los primeros telegrafistas fueron norteamericanos, quienes a su vez enseñaron a varios jóvenes del país, entre ellos: Alfredo Damirón, Víctor Blanco, Dionisio Guánchez, Federico León, Francisco Manás, Héctor Dupuy, Gerardo M. Borges y Emilio Vicente Valarino. Este último se enroló en varias revoluciones alcanzando el grado de General y en unión de Alfredo Damirón instaló en 1867 la línea telegráfica de Coro a La Vela.


Durante la Guerra Federal (1859-1863), el telégrafo prácticamente desapareció como resultado de la violencia y la anarquía existente en una Venezuela básicamente agraria, pobre, desintegrada en lo económico y lo social, con una economía destruida por muchos años de conflictos políticos y guerras.

Como resultado, las líneas telegráficas resultaron atacadas y dañadas por los enemigos del gobierno con el fin de cortar las comunicaciones. Ante esta situación, el ingeniero español, Montúfar, le exige al gobierno venezolano una indemnización para reparar los daños, y el gobierno se niega a su petición. Por lo cual, en 1866, se ve obligado a traspasar sus derechos al Sr. Moisés Pardo, quien asumió el compromiso de reparar la línea hasta Puerto Cabello y de allí extenderla a todo el país.

Pardo no logra su cometido por falta de financiamiento ya que el gobierno se negó a pagar y exigía que la línea estuviera concluida para tal fin. De allí en adelante, el servicio fue desarrollado solamente por capital privado con “La Empresa del Telégrafo”, la cual era propiedad de varios inversionistas locales.

En esa época, las guerras que mantenían a Venezuela convulsionada, eran consecuencia de la agitación de los conflictos intestinos, los cuales, la mayoría de las veces nacían de revueltas y montoneras en los sitios más apartados de la geografía nacional, donde no existían medios de comunicación entre las distintas ciudades y pueblos, salvo las que prestaba un hombre a pie o a caballo, y eso, cuando querían y podían llevar las novedades, lo que hacía muy difícil el control y sometimiento de los alzamientos por parte del gobierno de turno.


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