Desde principios del mes de octubre de 1918 se reportó en Venezuela la existencia de la terrible epidemia de gripe española que entonces azotaba a otros países en el mundo.
El primer brote múltiple se registró el 16 de octubre en el Puerto de La Guaira, cuando se contabilizaron más de 40 soldados venezolanos infectados con el virus. Al día siguiente, el gobierno nacional había totalizado más de 500 casos tan sólo en la zona del litoral central fueron muchas las personas que sucumbieron a la terrible enfermedad que no perdonó a nadie, ensañándose incluso con los más fuertes: los niños y los jóvenes.
En la ciudad de Maracay, convertida en ese entonces en el centro del poder político, también cobró sus víctimas. Allí, el coronel Alí Gómez Bello, el hijo predilecto del Benemérito, el más parecido al dictador. El que más confianza logró despertar en su padre, murió sin recibir la visita de su progenitor, temeroso del contagio. El zamarro gobernante no sólo pensaba en la posibilidad de que la muerte lo llamaría al más allá, sino en el incierto destino de Venezuela sin su dirección política.
En Caracas los estudiantes salieron a socorrer a los enfermos y también a recoger a quienes morían en las calles desamparados de sus familias y conocidos, a fin de darles cristiana sepultura. A los más pequeños se les obligaba a tomar aceite de tártago para preservarlos de la enfermedad. Una sombra de tristeza cubrió las ciudades y pueblos. La pesadilla llegó hasta los más apartados campos del país. Pobres y ricos, humildes y poderosos, sucumbieron ante la pandemia.
Oficialmente se señaló que alrededor de mil eran los muertos, sin embargo cifras extraoficiales indicaron que se trataba del doble y hasta más. De ese modo, la gripe española se esparció por el país ante la mirada pasiva del gobierno de turno, refirieron detractores del régimen, quienes agregaron que el Ejecutivo Nacional no asumió una posición firme cuando se empezaron a observar los síntomas de tan terrible mal, sino tras la muerte del hijo del presidente.
El 21 de octubre, los presidentes de los estados Carabobo, Falcón, Cojedes y Bolívar, informaron de nuevos casos en cada una de sus jurisdicciones. Finalmente, la epidemia llegó a los estados Zulia, Táchira, Mérida y Trujillo. En Caracas, la cifra de muertos y de contagiados se fue incrementando a la par de su expansión en el territorio nacional.
Entre las víctimas de la enfermedad se registraron la del coronel Alí Gómez, hijo del mandatario nacional y la del general Jorge Antonio Bello, jefe del Castillo de San Carlos. En esa fecha más de 1.665 cadáveres fueron trasladados al Cementerio General del Sur a un lugar que hoy conocemos como “La Peste”.
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