Para el venezolano y en especial el caraqueño, elegir un café es casi como la definición de nuestra personalidad y la mejor prueba de ello es que cuando varios amigos se encuentran para compartir un café en cualquier fuente de soda de Caracas, cada uno hará su petición distintiva.
Se han hecho referencias en diversas publicaciones de este tema pero no hay como presenciarlo:
NEGRO CERRERO, servido con gran concentración de café y sin ningún endulzante, especialmente requerido para combatir el ratón.
NEGRO CORTO, algo menos concentrado pero endulzado, bueno para el despertar matutino.
CARAJILLO, adicionado con ron o brandy, utilizado en reuniones de hombres.
GUAYOYO, ya es un café más aguado y no requiere tanta azúcar como el negrito.
GUARAPO, es un guayoyo endulzado con papelón o sin el.
MARRÓN, ya conlleva un agregado, la leche y su cantidad establece variantes. El marrón no lleva espuma.
MARRÓN CLARO, la proporción de leche llega a ser del 70% de la mezcla.
MARRÓN OSCURO, la proporción se invierte, un 70% es café.
CAFÉ CON LECHE, el clásico desayuno, hasta un 80 % es leche
TETERO, es leche con un pequeño toque de café.
CORTADO, café negro con un pequeño rasguño de leche que corta su superficie.
Si a esto le añadimos las últimas indicaciones correspondiente a la temperatura deseada, tales como ”el mío bien caliente” o “que me queme los dedos” y el indescifrable “ni tan frio, ni calientísimo, más bien tibio”.
La variante en la preparación y la degustación del café se hace infinita. Admitamos que nuestra cultura cafetera tiene tantas escogencias solo se admite en un país donde el café es el centro de tertulia y de la mesa donde se tejen grandes amistades
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