En abril de 1769, la Corona Española del territorio colonizado, hoy Venezuela, recibió una inusual protesta, pues no estaban de acuerdo con el nombramiento de un joven blanco como Oficial de las Milicias, esgrimiendo como argumento la dudosa reputación de éste, porque su madre ejercía el oficio de panadera en Caracas. De allí se ha quedado el refrán, que se usa aún muchísimo. Claro, soy el hijo de la Panadera...
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